SUPERSORDO: Historia de la banda

Texto:Pablo Austero

Ya han pasado tres años desde la disolución de Supersordo y nuevamente tenemos noticias del combo santiaguino. Para antes de fin de año se espera la aparición -bajo etiqueta C.F.A.- de un disco que registra una de las últimas actuaciones realizadas por el cuarteto antes de su disolución, hace aproximadamente dos años. Y es una buena noticia, ya que para dicha empresa han trabajado los mismos integrantes de la banda, que en un momento parecieron irreconciliables, elaborando el master, diseño de portada y otros cuantos detalles.

Temas que se pensaban sólo posibles de ser escuchados en los sitios más recónditos de nuestra memoria selectiva, verán la luz pública antes de la llegada del 2000, ya que fueron registrados óptimamente durante un show en (el pub ñuñoíno) "La Batuta" en 1997. Junto con la edición de temas nunca antes grabados, se hace un recorrido por lo más granado del repertorio del grupo, lo que obliga a reivindicar y a revisar la trayectoria de uno de los casos más atípicos de la historiografía sonora nacional.

MATT MONRO: UN SUPERSORDIDO

Pocos grupos con una producción tan mezquina en lo discográfico han logrado instalar un legado tan importante como el de Supersordo. Con dos producciones -editadas en sellos independientes como Toxic e Inferno- más la participación en el compilado "Uno" de la Corporación Fonográfica Autónoma, lograron escribir una página interesante del rock nacional de los noventa. Sin embargo, la biografía del cuarteto no es tan egoísta: casi siete años de tocatas por debajo del mainstream tratando de darle forma a conceptos hermanados filosóficamente con el punk, el ruido y una imaginería burlesco- demoníaca.

Supersordo desarrolló, entre otras cosas, una forma de humor muy particular. Desde este paradigma la personalidad del conjunto adquiere una forma adefésica que se plasma en paredes de callejones oscuros y ambiguos. Contradictorios y grises en lo lírico, sus diálogos caminaban por los derroteros de la ironía para disolverse en temáticas monstruosamente cotidianas, de una postura social hermética y casi autista. Es el caso típico en que la música se convierte en el mejor referente de la postura psicosocial de cada uno de los integrantes de un grupo.

Formados a comienzos de los 90, las raíces de Supersordo las encontramos dentro de los ingenuos referentes contraculturales de fines de los 80. Sus integrantes habían militado, desde temprana edad, en diversos proyectos de orientación musical fundamentalista (thrash-metal y hardcore-punk), en un entorno muy de Trolley, Paseo Las Palmas, Sala Lautaro o Gimnasio Manuel Plaza.

Rodrigo Rozas, más conocido como Katafú, aprendió a tocar los primeros acordes de su guitarra en proyectos punk diversos, algunos de los cuales alcanzaron cierta notoriedad (¿quién se acuerda de Caos o Anarkia?). Fue en esa dinámica que conoció a un joven inquieto y trotamundos de nombre Claudio Fernández, quien había participado en algunas bandas en Italia, Panamá y Chile (Superfetazione, Raptional Scream, Contabini Perubiani). Katafú recuerda a modo anecdótico: "uno de los integrantes de Superfetazione había tocado en la primera etapa de Lemonheads, en el disco "Creator" o en el "Lick", no me acuerdo. De ahí este gringo se fue a Italia y formó el grupo junto a Claudio... parece que el tipo andaba de país en país armando y desarmando grupos como proyecto estudiantil".

El tercer componente del embrión Supersordo es Miguel Ángel Montenegro, alias Comegato, un bajista que encontraba sus referentes más próximos en Motorhëad, Slayer, Venom y Saint Vitus; y que había participado de la gestación del movimiento thrash santiaguino militando en las filas de Necrosis -en su primera etapa-, Armagedon y Fallout, grupo en el que compartió escenario con Anton Reissenegger, actual líder de Criminal, además de una lista de bandas menores como My Little Pony o El Espectro. La opinión de Montenegro grafica la confluencia de estilos: "nuestras personalidades eran súper diferentes, ya que proveníamos de culturas muy opuestas". Katafú ilustra de mejor manera el periodo de gestación del proyecto: "a mí me aburrió el thrash y el punk. Cuando ibas a los conciertos, todos cantaban las mismas idioteces. En el metal todo era doncellas, caballeros, dragones. Los punks hablaban de la misma mierda: milicos, Iglesia y políticos corruptos... todo era lo mismo".

Esta tríada nihilista fue la que dio vida a "Matt Monro", banda pionera en el sonido Supersordo, donde Katafú se hizo cargo de la guitarra, Comegato del bajo, y Claudio de la batería y las voces. Sin embargo, la incompetencia técnica y las pretensiones de crooner de Fernández provocaron hacia mediados del 91 el ingreso de un cuarto componente que tomaría las baquetas: Jorge Cortés, quien había participado en experiencias que el mismo se encarga de sepultar. "Me junté a tocar con mucha gente antes de llegar a Supersordo; todas fueron sesiones frustrantes (...). No hice nada muy oficial ni relevante". Con la incorporación de este personaje flemático y hermético, el cuarteto se rebautizó como Supersordo.

Durante la Semana Santa de 1992, el grupo comenzó la grabación -en el mítico estudio "El Rancho" de Archie Frugone (Viena, Anachena)-, de su primera entrega discográfica con el material que habían desarrollado hasta entonces. "Fuimos los conejillos de indias del estudio. "Supersórdido" fue la primera grabación que se hizo en El Rancho y el trato con Archie fue que, con la venta de los cassettes se pagaría el estudio (...). No teníamos idea de nada, yo nunca había visto un micrófono profesional, no sabia cual era el método de grabación. Éramos como huasitos dentro de la sala", recuerda Katafú.

De aquella experiencia nace "Supersórdido", una obra irregular que, sin embargo, refleja de manera óptima la etapa de formación y maduración del sonido que los caracterizaría hasta el final de sus días, en 1997. Comegato recuerda al respecto: "Dos semanas antes de grabar apareció Jorge como baterista; el proceso en el estudio fue sumamente espontáneo". El resultado fueron 60 minutos de hibridez en los que confluían, de manera rudimentaria, elementos del hardcore, el noise, el metal oscuro y el punk más elemental. Como bien grafica Katafú, "nuestra primera placa es un pegoteo de cosas. Hay temas que los grabamos y nunca más los tocamos porque eran una mierda. Algunas canciones me dan vergüenza ajena...".

LA ERA "TZZZZZZT"

Con la circulación del primer álbum, bajo la distribución de Toxic Records, y las tocatas que empezaron a realizar casi siempre compartiendo cartel con Fiskales Ad-Hok, Supersordo fue reclutando seguidores en el circuito independiente de la capital. "Agradezco hasta el día de hoy el vínculo que teníamos con Fiskales, porque gracias a ellos el asunto se dio a conocer. Nos encaletaban en todas sus tocatas... y nosotros nunca dijimos que no ni a una" confiesa Katafú.

La elaboración del segundo disco implicó un obvio proceso de progresión en el grupo. El cuarteto comenzó a tomarse las cosas más en serio y las composiciones se hicieron de forma colectiva. Dentro de esta lógica, para Comegato "el segundo disco fue más pensado. Me acuerdo que hubo meses en los que ensayábamos todos los días antes de entrar al estudio". Y es que Supersordo comenzó a depurar su estilo mediante una complejización en el plano lírico e instrumental. Jorge Cortés, que tenía estudios de batería y saxo, se vinculó mucho más en la elaboración de los temas, lo que, en cierta medida, redefinió los pentagramas mentales de Katafú y Comegato. "Cuando entré a grabar el primer disco, los temas estaban en su mayoría listos y armados desde el trío que eran antes. Sin embargo, en el segundo me tiré de lleno a tocar y participé de la composición", recuerda Jorge.

Fue bastante notorio el vínculo que la música de los santiaguinos comenzó a tener con la nueva ola del hardcore de los noventa. El emo-core (revísese Fugazi, Jawbox, Girls Against Boys) y el rock de precisión (Jesus Lizard, Shellac) empezó a confluir por los ductos más rústicos de la banda, arraigada anteriormente en una tradición más ochentera (Black Flag, Sonic Youth, los primeros Melvins). Con la incorporación en sus repertorios de creaciones como "El hombre zanahoria", "21" o "El niño azul", se vislumbró la superación de los aspectos primitivos de su anterior trabajo. "Con los temas del segundo disco comenzamos a complicarnos a propósito. Nos cabeceábamos más", opina Katafú. "Hubo un tiempo en que Claudio manifestó toda una actitud positiva y eso se refleja en ciertas letras del primer disco, como "Rompe el Hielo", por ejemplo. Habían canciones que eran como himnos para la juventud, con una postura tira p'arriba con la que yo estaba en desacuerdo. Después hicimos canciones que se contraponían totalmente con eso (...). Claudio se encargó de las letras y descubrimos que mientras más incoherentes, mejor para nosotros".

Sin embargo, en esta etapa no todo fue ideal. Durante la época de gestación de los nuevos temas, Jorge fue temporalmente despedido de la banda, lo que él mismo recuerda: "hubo un tiempo que tuve problemas personales, por lo que estuve tocando muy mal, no iba a los ensayos y andaba pensando en otras cosas...". En su reemplazo se incorporó Sebastián Levine (Electrodomésticos, María Sonora) quien, durante su estadía, intentó conducir al cuarteto por los senderos de la masividad y la farándula rocanrolera santiaguina. "Un día llamó el "Tan" Levine y nosotros sabíamos que era un hiperkinético de la música", recuerda Katafú. "Ya en el primer ensayo se sabía todos los temas. Creo que como batero era seco, pero estabamos en ondas muy diferentes". La permanencia del baterista en el grupo se prolongó durante aproximadamente cuatro meses y quedó plasmada en los temas "21" y "El niño azul", grabados en El Rancho con la idea inicial de hacer un "split" con Fiskales, pero finalmente fueron incluidos en el cassette "TZZZZZZT".

Sin embargo, el tiempo definiría el regreso de Cortés a la banda. "Hablamos con Jorge y él nos dijo me he reformado. Luego fuimos a hablar con el Tan de cualquier estupidez, y después de un buen rato le comunicamos nuestros deseos de reincorporar a Jorge (...) Creo que había un asunto generacional: Sebastián venía de una movida new-wave de los ochenta y de alguna manera no había tanta interacción. Con Jorge se daba el asunto en un nivel más alcohólico y de amistad...".

Durante 1995, Supersordo se abocó a la realización de "TzzzzzzT", segunda placa que saldría editada gracias al interés de Anton Reissenegger y su extinto sello Inferno Records. Este trabajo terminaría por definir al cuarteto en su carácter de "banda de culto". En términos de obra, el cassette que sucedió a "Supersórdido" es mucho más redondo y elaborado, aunque las canciones fueron rotundamente maltratadas por una producción deficiente, de lo que Katafú opina: "la grabación de "TzzzzzzzT" no me gustó. Suena muy opaca, la producción fue demasiado metalera (...). En cierta medida fue como retroceder. Grabamos en peores condiciones (en el estudio REC de José Luis Corral). La batería estaba agarrada con una java de cerveza, poníamos los "cases" de guitarra para que no se corriera el bombo. Entremedio, llegaban los amigos thrashers de Anton y se burlaban de nosotros...".

Pese a lo anterior, el resultado fue una gran-pequeña obra de ocho canciones llenas de emoción, agresividad y sarcasmo, donde destacan clásicos como "Toca el Sol" o "El peso del pasado".

CFA... LUEGO EL OCASO

Los dos años siguientes fueron contradictorios para el grupo. Sus conciertos en vivo habían alcanzado un sonido y un nivel de impacto visual logrado por pocos en estos lados del globo. Claudio Fernández, muy dado a las perfomances, era un show en sí mismo. Sus intervenciones sobre el escenario podían pasar de la calma y el relajo absolutos a acciones que iban desde lavarse el pelo con champú hasta tratar de autoprovocarse vómitos en medio de una canción. El combo bajo-guitarra-batería había alcanzado un momento pleno... Pero por dentro el desgaste se veía venir.

Sumidos en una etapa sumamente prolífica en lo musical, Supersordo llegó al tope de su carrera a mediados de 1997 (¿quién recuerda aquella noche mágica de agosto cuando telonearon a Fugazi?, dan ganas de llorar). Durante ese año participaron en el compilado "Uno" de la Corporación Fonográfica Autónoma junto a Fiskales Ad-hok y Políticos Muertos, entre varios otros. Además, el cuarteto elaboró sendos demos de baja fidelidad para lo que sería su tercera producción, la cual se planeaba editar por la C.F.A. pero nunca llegó a elaborarse.

Muy por el contrario de la coyuntura creativa, los santiaguinos comenzaron a experimentar un declive en sus relaciones internas. "La última etapa del grupo es la que más me gusta", confiesa Katafú. "Ya era natural para nosotros hacer temas. Cada uno confiaba en el otro en cuanto a ejecución musical. Admiraba a todos como tocaban (...). Sin embargo, comenzamos a crecer y a cada uno empezaron a molestarle cosas de la otra persona. Ya no nos veíamos, solo nos juntábamos a ensayar. En el momento en que peor nos llevábamos, era mejor el producto que salía".

La misma dinámica que comenzó a generarse dentro de la banda determinó que algunos de sus integrantes tomaran caminos paralelos y más personales. Jorge Cortés -cuan Mick Harris criollo- comenzó poco a poco a desvincularse de las ligas rockeras, explorando senderos electrónicos a través de su proyecto en solitario, Cáncer. Comegato, por su parte, funda en compañía de Samuel Maqueira (ex Jusolis) y Sebastián (Pánico), su proyecto de hard-rock regeneracionista, Yajaira. Claudio Fernández empaca las maletas para iniciar una nueva vida en Valdivia participando, sólo en escapadas esporádicas, de ensayos y conciertos de Supersordo. Desde su perspectiva, Comegato explica el porqué de esta situación: "nuestras personalidades eran súper opuestas. Mientras funcionó estuvo todo bien. Como todo fue caótico en su fusión, también fue caótico al explotar. Cada uno tomó su propio camino, de donde más o menos provenía".

Se puede afirmar que los intentos más fuertes por mantener a la banda unida provinieron de Katafú, quien se empeñaba en trabajar en la Corporación Fonográfica Autónoma para beneficio del cuarteto. Sin embargo, las relaciones entre los músicos se habían deteriorado demasiado y afloraron pequeñas molestias que permanecían latentes. A Jorge Cortés siempre le incomodó la vinculación con el mundo punk de Santiago, se sentía bien en el grupo pero no con el entorno que lo rodeaba. "El compilado en el que participamos nunca me gustó", dice el baterista. "No me gustaban las bandas con las que estaba metido el grupo. Creo que ahí empezó a decaer todo. Además, Claudio se había ido a Valdivia y ya no era lo mismo".

Finalmente, el ocaso de Supersordo llegó a finales de 1997, cuando las relaciones de amistad entre algunos integrantes se habían esfumado y la situación se había tornado insostenible. Aunque los vástagos que dejo el cuarteto tras su disolución (Cáncer, Yajaira, Niño Símbolo, Agencia Chilena del Espacio) resultan de sumo apreciable, el vacío que quedó en sus seguidores es difícil de paliar. Por lo mismo, el álbum póstumo que se espera en los próximos meses y que aun no tiene nombre definido, resulta imprescindible; en especial para aquellas personas que lamentaron que los temas de su etapa terminal no hubiesen quedado registrados en estudio. Las palabras de Roly, bajista de Fiskales Ad-Hok y cabecilla de la C.F.A., resultan certeras: "este es un disco que reúne temas de la última etapa, los cuales nunca fueron registrados, y suena increíble. Está dedicado a todos los que fuimos fans de Supersordo, que no somos pocos".

Cierto, vuestro humilde servidor también es uno de ellos.



DISCOGRAFÍA

 

"SUPERSORDIDO" (Toxic, 1992)

Hay curiosidades técnicas que hacen de este disco un hito, como haber sido la primera producción grabada en el estudio "El Rancho" de Archie Frugone (Viena, Anachena), sede de importantes registros posteriores. El dato no significa, sin embargo, una grabación totalmente acabada. Es más en la esencia de las canciones que radica la fuerza de este debut, gestado con la mezcla de precariedad y espontaneidad de un cuarteto que hacía sólo dos semanas había completado su formación. Tomando ideas del hardcore, el punk y el metal, Supersordo desarrolla golpes crudos y realistas, que sacudieron los ortodoxos códigos thrash de la época, ampliando su temática hacia algo más que "dragones y doncellas" como explicaría luego Katafú. Dentro de la hora de música destacan canciones como "Mi padre", "Terrorismo terrestre" y "Las hermosas praderas del Tíbet septentrional".

Incluye

Represión Espacial / Terrorismo Terrestre / Rompre el Hielo / El Patio. el limón y la hormigas / Mi Padre / Inocente / Herbosas praderas del Tibet Septentrional / Avión a Cuba / Come, trabaja, duerme / Morir de Amor / Ismo / Posición de Altura / 6 / Tan

 

"TZZZZZZT" (Inferno, 1995)

Penetrado por la estimulante escena hardcore estadounidense de entonces (Fugazi, Jawbox, Shellac), Supersordo puso al día su sonido con arreglos de mayor elaboración y cuidado. Esa cierta sofisticación sonora se correspondió con un imaginativo trabajo de letras de parte de Claudio Fernández, quien desarrolló llamativas ideas simbolistas, como en "El niño azul". Las ocho canciones del disco se afectaron por una producción algo opaca, equívocadamente metalera, que no respondía a la crudeza de la banda en vivo. Permitió, sin embargo, que un creciente público se acercara al inclasificable trabajo de Supersordo. Destacan temas como "Toca el sol" y "El peso del pasado".

Incluye

21 / Entre resortes / El Peso del Pasado / El hombre zanahoria / Historia de Chile / Toca el sol / PF / El Niño Azul

 

 


Archivo de Reportajes